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Resumen de San Agustín de Hipona

Biografía de Agustín de Hipona

  • Agustín de Hipona, nacido el 354 en Tagaste, Argelia, fue una figura clave en la Iglesia cristiana y el pensamiento occidental.
  • Hijo de Patricio, terrateniente, y Mónica, cristiana devota. Recibió una educación privilegiada en Tagaste, Madaura y Cartago.
  • Llevó una vida licenciosa en Cartago, donde tuvo un hijo de una relación.
  • Impactado por «Hortensio» de Cicerón, se inclinó hacia el maniqueísmo en 373, pero luego se desilusionó.
  • Enseñó retórica en Tagaste y Cartago, antes de mudarse a Roma y luego a Milán en 383.
  • Influenciado por los sermones de Ambrosio y la filosofía neoplatónica, se acercó al cristianismo.
  • Su conversión definitiva ocurrió en 386, influenciada por un pasaje de San Pablo.
  • Se trasladó a Casiciaco, llevando una vida ascética y escribiendo sus primeras obras. Se bautizó en 387.
  • Tras la muerte de su madre, volvió a África en 388 y fundó un monasterio en Tagaste.
  • Ordenado sacerdote en Hipona en 391, donde fundó otro monasterio y combatió herejías.
  • Nombrado obispo coadjutor en 396, y más tarde titular de Hipona, participó en el concilio de Cartago en los años 418 y 422.
  • Continuó su labor filosófica y religiosa, escribiendo más de 100 volúmenes.
  • Falleció en 430 durante el asedio vándalo a Hipona.

 

Obras principales

Las obras de San Agustín de Hipona son numerosas y abarcan una amplia gama de temas teológicos, filosóficos y espirituales. Entre sus principales obras, las más destacadas son:

  1. «Confesiones». Es una de las obras más famosas y personales de Agustín. En ella, narra su juventud pecaminosa, su conversión al cristianismo y reflexiona sobre temas como el pecado, la gracia y la naturaleza de Dios. Es considerada la primera autobiografía en la literatura occidental.
  2. «La Ciudad de Dios» («De Civitate Dei»). Escrita tras la caída de Roma en el año 410, esta obra es una defensa del cristianismo contra sus críticos paganos. Agustín describe dos «ciudades» o comunidades: la Ciudad de Dios, basada en el amor a Dios, y la Ciudad del Mundo, basada en el amor propio. Esta obra aborda la historia, la filosofía y la teología.
  3. «De Trinitate» (Sobre la Trinidad). Es un trabajo teológico profundo en el que Agustín explora y explica la doctrina de la Trinidad, intentando entender cómo Dios puede ser a la vez uno y tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
  4. «De Doctrina Christiana» (Sobre la Doctrina Cristiana). Esta obra es una importante guía sobre cómo interpretar y enseñar la Biblia. Incluye discusiones sobre la retórica, la exégesis y la hermenéutica.
  5. «Retractationes» (Retractaciones). En este trabajo, Agustín revisa y comenta sus escritos anteriores, corrigiendo errores y explicando su pensamiento maduro.
  6. «Enchiridion de fide, spe et caritate» (Manual sobre la fe, la esperanza y el amor). Es un compendio breve pero completo de la fe cristiana, escrito para un amigo laico.
  7. «Confesiones de un pecador». Este libro es una colección de reflexiones sobre el pecado y la misericordia de Dios, mostrando la lucha interna de Agustín con sus propios pecados y su conversión.
  8. «De natura boni» (Sobre la naturaleza del bien). En esta obra, Agustín discute la naturaleza del bien y el mal, enfatizando que el mal es la ausencia de bien.
  9. «De libero arbitrio» (Sobre el libre albedrío). Aquí, Agustín aborda el tema del libre albedrío, su relación con el conocimiento y la naturaleza del bien y del mal.

 

¿Cuáles eran las principales ideas de San Agustín?

Las ideas de San Agustín, uno de los teólogos y filósofos más influyentes en la historia del pensamiento occidental, abarcaron una amplia gama de temas en teología, filosofía, ética y política. Algunas de sus ideas más destacadas incluyen:

  1. La conversión y el pecado original. Agustín relata su propia conversión al cristianismo en sus «Confesiones». Su enfoque en el pecado original y la gracia divina para la salvación fue fundamental en el desarrollo de la doctrina cristiana. Según Agustín, todos los seres humanos nacen con el pecado original debido a la desobediencia de Adán y Eva, y solo pueden ser salvados por la gracia de Dios.
  2. La predestinación y la gracia. Agustín creía en la predestinación, la idea de que Dios ha elegido de antemano a aquellos que serán salvados. Esta selección no se basa en méritos humanos, sino en la gracia divina.
  3. La relación entre fe y razón. San Agustín es famoso por su frase «Cree para entender, entiende para creer» («Credo ut intelligam, intelligo ut credam»). Para él, la fe y la razón no se oponen, sino que la fe es necesaria para alcanzar ciertas verdades que luego pueden ser comprendidas racionalmente.
  4. La naturaleza del tiempo y la memoria. En sus reflexiones filosóficas, particularmente en «Confesiones», Agustín exploró la naturaleza del tiempo, considerándolo una creación de Dios y una extensión de la mente humana. También examinó profundamente la memoria como un espacio interno donde el hombre se encuentra con Dios.
  5. La Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre. En «La Ciudad de Dios», Agustín establece una distinción entre la sociedad terrenal (la Ciudad del Hombre) y la sociedad espiritual (la Ciudad de Dios). Mientras que la primera está marcada por el orgullo y el egoísmo, la segunda se basa en el amor a Dios.
  6. El problema del mal. Agustín abordó el problema del mal, argumentando que este no es una entidad en sí mismo, sino una privación o ausencia del bien, similar a como la oscuridad es una ausencia de luz. El mal surge del mal uso del libre albedrío otorgado por Dios a los seres humanos.
  7. La justificación de la guerra justa. Aunque Agustín no escribió un tratado sobre la guerra, sus cartas y sermones contribuyeron al desarrollo de la teoría de la guerra justa en la teología cristiana. Sostuvo que la guerra podría ser justificada si cumplía con ciertos criterios, como la autoridad legítima, la causa justa y la intención correcta.

 

Frases celebres de San Agustín de Hipona

  • «Ama y haz lo que quieras.» Esta frase resume la ética de Agustín, donde el amor es el principio fundamental para la acción moral.
  • «Tarde te amé, oh Belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé.» Una expresión de su amor y admiración por Dios, reflejando su conversión y compromiso espiritual.
  • «Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti.» Esta frase, de sus «Confesiones», refleja la idea de que los seres humanos están en una búsqueda constante de paz y satisfacción, que solo encuentran en Dios.
  • «Da lo que mandas y manda lo que quieras.» Esta petición a Dios enfatiza la dependencia humana de la gracia divina para cumplir con los mandatos de Dios.
  • «La medida del amor es amar sin medida.» Una reflexión sobre la naturaleza ilimitada del amor verdadero.
  • «Entiendo para creer, creo para entender.» Esta frase ilustra la relación entre fe y razón en la búsqueda de la verdad.
  • «Errar es humano, perseverar en el error es diabólico.» Refleja su visión sobre el error humano y la importancia del arrepentimiento y la corrección.
  • «En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad.» Una guía para la convivencia y tolerancia dentro de la comunidad cristiana.
  • «La fe es creer lo que no se ve; la recompensa de esta fe es ver lo que se cree.» Sobre la naturaleza de la fe y su relación con el entendimiento espiritual.
  • «El mundo es un libro y aquellos que no viajan leen solo una página.» Una metáfora sobre la importancia de la experiencia y el aprendizaje a través de la exploración del mundo.

 

Pensamientos filosóficos de San Agustín

El cristianismo surgió en el Imperio Romano en un contexto de cambios culturales y auge de las religiones orientales. La filosofía griega se centró en la ética y se mezcló con las creencias religiosas, dando lugar a un sincretismo. El pensamiento cristiano introdujo el concepto de creación de la nada, que era ajeno a la razón filosófica. También propuso una visión lineal de la historia, dirigida por Dios, que terminaría al final de los tiempos. El cristianismo buscó transmitir su mensaje de salvación, acercándose a la filosofía griega, pero planteando el problema de la relación entre la fe y la razón, que sería recurrente en la filosofía cristiana.

 

1. Problema del conocimiento

San Agustín es el principal representante de la Patrística, el período inicial de la filosofía cristiana hasta la caída del Imperio Romano.

La Patrística trató de establecer la doctrina y la ortodoxia de la Iglesia para combatir las herejías internas y defenderse de los ataques del paganismo.

La filosofía cristiana se basó en la filosofía griega. Las doctrinas de Platón se integraron en la filosofía cristiana a través de filósofos neoplatónicos como Plotino (203-269), que influyó en San Agustín.

Uno de los problemas fundamentales de la filosofía cristiana antigua y medieval es el de la relación entre fe y razón, ya que el cristianismo se basa en la aceptación de unas verdades reveladas por Dios para la salvación.

La razón es la fuente natural de conocimiento para el ser humano. Produce la Filosofía, conjunto de verdades racionales.

La fe es una fuente de conocimiento sobrenatural. Produce la Teología Revelada, conjunto de verdades reveladas por los libros sagrados.

Para San Agustín razón y fe colaboran en el esclarecimiento de la única verdad que existe, el cristianismo. Una verdad a la que se puede acceder por dos caminos: la razón, que nos acerca a ella parcialmente, y la fe, que nos la da a conocer en plenitud. Por lo tanto, fe y razón son compatibles y la verdadera religión es también la verdadera filosofía. Esta colaboración se realiza del modo siguiente:

  • La fe ilumina a la razón (Cree para comprender) ya que es necesario creer para poder entender, porque la razón humana es limitada y sólo la fe permite entender todo lo relativo a Dios, al mundo y al hombre.
  • Por otro lado, la fe se vale de la razón (comprende para creer) ya que la comprensión racional de la doctrina cristiana es la forma más elevada y auténtica de la fe. La verdadera fe del cristiano no debe ser la fe ciega del ignorante.

 

San Agustín había simpatizado con el escepticismo, pero después lo criticó. Los escépticos niegan la posibilidad de alcanzar certeza alguna. San Agustín replica afirmando la certeza de la propia existencia. Aunque me engañase en todo, seguiría existiendo (al menos el juicio si fallor, sum sería siempre verdadero)

Para San Agustín, el conocimiento pleno y absoluto consiste en una dialéctica ascendente que consta, como en Platón, de las siguientes etapas:

  • Conocimiento sensible: Compartido por el hombre con los animales, es el grado más bajo del saber, no es fiable ni válido por la inestabilidad de las cosas sensibles y la imperfección y engaño de los sentidos corporales.
  • Conocimiento racional inferior (Ciencia): Es el conocimiento de las ciencias particulares (física, biología…). En parte es sensible porque se refiere a las cosas del mundo y en parte es racional porque aspira a verdades generales o universales.
  • Conocimiento racional superior (Sabiduría): Es el conocimiento inteligible, puramente racional. Trata sobre las esencias, verdades absolutas, necesarias y eternas (Ideas).

 

San Agustín sitúa las Ideas o esencias eternas e inmutables en la mente de Dios (Platón las había situado en el Mundo de las Ideas), ya que si son eternas e inmutables, sólo pueden venir de la inteligencia divina, no del alma humana, finita y limitada.

San Agustín no cree que el alma recuerde la verdad, sino que la ve por iluminación, es decir: por una intuición intelectual que el alma halla en sí misma. Las ideas están en la mente de Dios. Como están lejos de lo sensible, donde está el hombre, las ideas sólo se pueden conocer por esa iluminación especial que Dios da a la razón superior. La teoría de la iluminación se basa en la Idea de Bien platónica como el sol que ilumina el mundo inteligible.

 

2. Problema de Dios

El asunto principal de San Agustín es el asunto de Dios. Su filosofía es mayoritariamente una teología, siendo Dios no solo la verdad a la que busca el saber sino el objetivo al que se dirige la vida del hombre, que consiste en la visión feliz de Dios que lograrán los santos en la otra vida. Para lograr ese objetivo será imprescindible la gracia divina.

San Agustín no se interesa por construir demostraciones racionales de la existencia de Dios, aunque presenta varios argumentos que muestran su existencia. Entre ellos están:

  • Argumento cosmológico: del orden visible en el mundo se infiere la existencia de un Ser Supremo Creador.
  • Argumento basado en el consenso: se apoya en que la mayoría de los pueblos conocidos expresan algún tipo de fe religiosa.
  • Argumento epistemológico: el fundamento de las Ideas (verdades eternas e inalterables) no puede estar en las cosas creadas, que son variables, sino que ha de estar en un ser invariable y eterno, a su vez, es decir, en Dios.
  • Argumento psicológico. El ser humano encuentra con absoluta certeza a Dios en su alma, prueba firme y segura de su existencia.

 

La creación del mundo es el efecto de un acto libre de Dios. San Agustín defiende la doctrina del ejemplarismo: las esencias de todas las cosas creadas se hallaban en la mente de Dios como ejemplos o modelos de las cosas, tanto de las creadas en el instante original como de las que irían surgiendo con posterioridad.

La doctrina del ejemplarismo se completa con la teoría, de origen estoico, de las razones seminales. En el instante de la creación Dios colocó en la materia una especie de semillas, las razones seminales, que, dadas las circunstancias necesarias, brotarían, dando lugar a la aparición de nuevos seres que se irían desarrollando con posterioridad al instante de la creación. Esta doctrina sobre la Creación está basada en Platón. Pero mientras que el Demiurgo platónico tiene dos limitaciones, la materia eterna y las ideas, en el caso de San Agustín Dios no tiene ningún limitación pues las ideas se encuentran en Él y la materia es también creada por Él.

 

3. El problema del hombre: Antropología y Psicología (Alma)

En el orden jerárquico de la creación, las más elevadas criaturas creadas por Dios son los ángeles y después está el ser humano. Mientras que el ángel es espíritu puro, el ser humano es una mezcla de cuerpo (materia) y alma (forma). Lo más relevante es el alma, siguiendo la tradición platónica, considerando el cuerpo como un simple instrumento del alma.

El alma, realiza sus funciones mediante tres facultades: memoria, que facilita la reflexión; entendimiento, que posibilita la comprensión (incluye la razón inferior y la razón superior) y voluntad, que posibilita el amor.

El alma es una sustancia espiritual, simple, indivisible e inmortal, pero no es eterna. Las razones para defender la inmortalidad vienen del platonismo: al ser el alma de naturaleza simple no puede deshacerse, ya que no tiene partes, por lo que ha de ser indestructible.

San Agustín rechazó la teoría platónica de la preexistencia del alma y varía entre dos posturas respecto a su origen: el creacionismo y el generacionismo o traducianismo.

  • El creacionismo dice que Dios crea el alma cuando nace un ser humano (lo que causa problemas para explicar el pecado original, pues parece indicar que Dios crearía almas defectuosas, contaminadas por el pecado original).
  • El traducianismo dice que el alma se pasa de padres a hijos al ser creada por los padres, igual que éstos crean el cuerpo (de este modo se podría explicar la transmisión del pecado original, pero causaría el problema de la unidad y simplicidad del alma individual).

 

Al estar muy unida al cuerpo el alma del hombre se encuentra en una situación inestable y confusa entre la luz (Dios, el bien) y la oscuridad (el mal, el pecado). Pero Agustín no culpa a Dios del mal que hay en el mundo. El mal no es ser, no es creación, sino falta o ausencia de ser y de bien: todo lo creado es bueno por su origen. Sin embargo, aunque el cuerpo no es malo, sí puede ser un impedimento para la salvación por culpa del pecado original. La salvación del alma es el propósito final del ser humano y se consigue con la búsqueda y encuentro con Dios para lo cual hay que alejarse de los efectos moralmente dañinos del pecado original sobre el cuerpo.

El libre albedrío es la capacidad de escoger voluntariamente el bien o el mal, opción que se inclina siempre hacia el lado negativo. Dios nos ha dado el libre albedrío para poder escoger hacer el bien y esa es la razón de que se castigue con justicia al que lo usa para pecar. Como resultado del pecado original y por estar el hombre bajo el control del cuerpo, es difícil que elija dejar de pecar. Por eso, sólo la libertad, entendida como una gracia divina que nos impulsa a hacer solamente el bien, puede liberarlo de su situación y hacerlo digno y capaz de buenas obras.

 

4. Problema de la moral (ética): la libertad

La ética agustiniana busca la felicidad como el fin supremo de la conducta humana. Este fin es la salvación, meta inaccesible en esta vida, por el carácter trascendente de la naturaleza humana, que tiene un alma inmortal, por lo que solo se podrá conseguir en la otra vida.

Para salvarse hay que practicar la virtud, que es dar prioridad al alma sobre el cuerpo. La virtud se consigue con el amor a Dios, del que nace el amor a los demás, y con el conocimiento o trabajo constante de la razón por llegar a las verdades eternas. Además para conseguir la virtud se requiere la ayuda de la gracia divina, un regalo sobrenatural que Dios da gratuitamente a cambio de una fe sincera.

San Agustín se ocupó también del problema de la existencia del mal (qué es, de dónde viene y por qué lo permite Dios). La solución se aparta del maniqueísmo, para el que el mal era una forma de ser que se enfrentaba al bien; para San Agustín el mal físico no es una forma de ser, sino su ausencia. Dios no puede haber creado algo malo, Dios solo crea cosas buenas, por tanto, lo que llamamos mal es simplemente una falta o ausencia de ser.

Respecto al mal moral, el que el hombre comete, es decir el pecado, es el resultado del libre albedrío. El libre albedrío es la capacidad de escoger voluntariamente el bien o el mal, opción que se inclina siempre hacia el lado negativo. Dios nos ha dado el libre albedrío para poder escoger hacer el bien y esa es la razón de que se castigue con justicia al que lo usa para pecar. Como efecto del pecado original y por estar el hombre bajo el control del cuerpo, es difícil que elija dejar de pecar. Por eso, solo la libertad, entendida como una gracia divina que nos impulsa a hacer solo el bien, puede liberarlo de su situación y hacerlo digno y capaz de buenas obras.

 

5. Problema de la política (sociedad)

En relación a la sociedad y la política, San Agustín presenta sus ideas en La ciudad de Dios, obra escrita para defender al cristianismo de la acusación hecha por los paganos de que la religión cristiana era la principal culpable de la decadencia y desaparición del Imperio Romano. En esa obra San Agustín trata de explicar esos hechos partiendo de la idea de la historia como el resultado del combate de dos ciudades, la del Bien (Ciudad de Dios) y la del Mal (Ciudad terrenal)

Como Platón, San Agustín empieza con un estudio de la naturaleza humana: el ser humano está formado de cuerpo y alma; por lo tanto, hay en el hombre unas inclinaciones e intereses terrenales y materiales, ligados al cuerpo; y unos intereses espirituales y sobrenaturales, propios del alma.

La historia de la humanidad, sus distintas civilizaciones y Estados, siempre ha estado dominada por este conflicto de intereses que San Agustín expresa con la metáfora de las dos ciudades:

  • La Ciudad Terrena, basada en el predominio de los intereses mundanos, formada por aquellos hombres que se aman solo a sí mismos y llegan hasta el desprecio de Dios.
  • La Ciudad de Dios, basada en el predominio de los intereses espirituales, formada por aquellos hombres que aman a Dios más que a sí mismos. Está representada por la Iglesia visible (jerarquía eclesiástica) e invisible (comunidad de fieles) y, por último, como final, por el imperio cristiano.

 

El combate entre las dos ciudades seguirá hasta el final de los tiempos, en que la Ciudad de Dios vencerá sobre la terrenal, apoyándose San Agustín en los textos sagrados del Apocalipsis.

El providencialismo es la tesis que entiende el desarrollo de la historia como un proceso en el que el hombre es movido por Dios para la consecución del bien universal. La providencia divina lo abarca todo, la existencia del bien que Dios quiere, y la presencia del mal que Dios permite para que se obtenga de él beneficios mayores.

San Agustín no separa política y religión, ya que si un Estado aspira a la justicia social debe convertirse en un Estado cristiano, pues solo el cristianismo hace buenos a los hombres. Añade que la Iglesia es la única comunidad perfecta y claramente superior al Estado que debe inspirarse en ella.

San Agustín admitió la legitimidad del Estado para exigir al cristiano obediencia a las leyes civiles (de acuerdo con la máxima evangélica de dar al César lo que del César y a Dios lo que es de Dios) Acepta que la sociedad es necesaria al individuo, aunque no sea un bien perfecto; sus instituciones se derivan de la naturaleza humana, siguiendo la teoría de la sociabilidad natural de Aristóteles. Además, el poder de los gobernantes procede directamente de Dios. Sin embargo, su obra es el punto de partida de una reivindicación que será fuente de constantes conflictos históricos: la supremacía del poder espiritual sobre el temporal, es decir, la superioridad del poder del Pontífice sobre el Emperador.

 

Agustín de Hipona 2

Examen test sobre San Agustín de Hipona

1. San Agustín nació en Tagaste, pero ¿en qué año?
a) En el 150 d.c.
b) En el 520 d.c.
c) En el 354 d.c.

2. Como otros autores cristianos de la época el pensamiento de San Agustín aceptó la influencia…
a) Del aristotelismo.
b) Del platonismo y del estoicismo.
c) Del hedonismo de Epicuro.

3. Para San Agustín la razón y la fe…
a) Son dos cosas completamente diferentes: puedes creer una cosa por la fe y hacer la contraria por la
razón.
b) Hay una sola verdad, la de la religión, pero la razón puede contribuir a conocerla mejor.
c) La única verdad es la de la razón, pero la fe te ayuda a entender y soportar los infortunios de la
vida.

4. Para San Agustín el hombre está compuesto de un cuerpo y un alma…
a) Sí, claro, pero el alma no tiene importancia: lo más importante es el cuerpo.
b) El cuerpo es creado por Dios en el momento de la fecundación, incluso in vitro.
c) El alma es una sustancia espiritual, inmortal pero no eterna. Su existencia es explicada mediante el
creacionismo o el traducianismo.

5. Respecto al comportamiento de los humanos, la ética agustiniana…
a) Solo tiene en cuenta lo escrito en la Biblia y la doctrina cristiana de los Evangelios.
b) Aceptará también elementos procedentes del platonismo y del estoicismo.
c) El objeto de la vida humana es alcanzar la felicidad, lo que solo se puede conseguir en esta vida.

 

Comentario de texto

Agustín de Hipona, La ciudad de Dios, libro XIX, cap. 23
«Donde no se dé la justicia que consiste en que el único y sumo Dios impere […] sobre una sociedad obediente y que así en todos los hombres de esta sociedad obediente a Dios el alma impere sobre el cuerpo y la razón sobre los vicios según el orden legítimo, de manera que todo el pueblo, igual que el creyente, viva de la fe que obra por amor, con el cual el hombre ama a Dios como debe ser amado y al prójimo como a sí mismo; donde no hay esta justicia, no hay sociedad fundada en derechos e intereses comunes. Y si no hay ese tipo de sociedad, no hay pueblo, de acuerdo con la auténtica definición de pueblo, por lo que tampoco habrá política, porque donde no hay pueblo, no puede haber política.

…………………..

El texto de Agustín de Hipona en «La Ciudad de Dios», Libro XIX, Capítulo 23, ofrece una reflexión profunda sobre la naturaleza de la justicia y su relación con la sociedad y la política. Agustín argumenta que la verdadera justicia se fundamenta en el gobierno de Dios sobre una sociedad obediente. Esta idea se alinea con su visión de la historia humana como un conflicto entre la «Ciudad de Dios» y la «Ciudad del Hombre».

La justicia, según Agustín, no solo implica el orden externo, sino también un orden interno en el que el alma domina sobre el cuerpo y la razón sobre los vicios. Esto se refleja en la idea de que un verdadero pueblo vive «de la fe que obra por amor», amando a Dios y al prójimo de acuerdo con los mandatos cristianos. Aquí, Agustín conecta la justicia con el amor y la fe, elementos centrales en su pensamiento.

Lo notable es que Agustín vincula directamente la existencia de un «pueblo» con la presencia de esta justicia divina. Sin ella, argumenta, no puede haber una verdadera sociedad, ni siquiera un verdadero «pueblo». Esta afirmación lleva a una conclusión política significativa: sin un pueblo formado bajo estos principios de justicia divina y amor, no puede existir una política auténtica.

En este sentido, Agustín ofrece una crítica implícita a las formas de organización social y política que se alejan de estos ideales. Para él, la legitimidad de un sistema político depende de su alineación con el orden divino y moral.

Este pasaje es especialmente relevante para entender la visión agustiniana de la sociedad y la política, donde la fe cristiana no es solo una cuestión personal, sino que impregna y define la estructura y el propósito de la comunidad humana en su conjunto. Agustín plantea que el fin último de la sociedad y la política debe ser la consecución de la justicia divina, reflejada en el amor a Dios y al prójimo, y en la armonía interna del ser humano.

 

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Respuestas correctas del test:

1. c) En el 354 d.c.
2. b) Del platonismo y del estoicismo.
3. b) Hay una sola verdad, la de la religión, pero la razón puede contribuir a conocerla mejor.
4. c) El alma es una sustancia espiritual, inmortal pero no eterna. Su existencia es explicada mediante el creacionismo o el traducianismo.
5. b) Aceptará también elementos procedentes del platonismo y del estoicismo.

 

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